EUROPA
PRESS
16 enero
2022
Masticar
para adelgazar: cómo saborear mejor la comida y no engordar
Una nueva investigación ha encontrado
la causa de que la masticación de los alimentos ayude a aumentar el gasto
energético de organismo y, en consecuencia, prevenir la obesidad, al establecer
una relación causal entre la masticación y la termogénesis inducida por la
dieta (TID), según publican la doctora Yuka Hamada y
el profesor Naoyuki Hayashi, de la Universidad de
Waseda (Japón), en la revista 'Scientific Reports'.
Comer despacio y masticar bien ayuda a prevenir la obesidad
y el aumento de peso, una opinión que se popularizó hace un siglo y que se ha
comprobado después en estudios científicos esporádicos. Se dice que el proceso
de masticación mejora el gasto energético asociado al metabolismo de los
alimentos y aumenta la motilidad intestinal, lo que se traduce en un aumento de
la generación de calor en el cuerpo tras la ingesta de alimentos, conocido como
termogénesis inducida por la dieta (TID). Pero hasta ahora no estaba claro cómo
la masticación prolongada induce la TID en el cuerpo.
La TID, también conocido como efecto térmico del consumo de
alimentos, aumenta el gasto energético por encima del nivel de ayuno basal, un
factor conocido para evitar el aumento de peso. Anteriormente, el equipo
descubrió que comer lentamente y masticar a fondo no sólo aumentaba la TID,
sino que también mejoraba la circulación sanguínea en la región esplácnica del
abdomen. Aunque estos estudios vincularon la TID inducida por la masticación
con una mayor actividad relacionada con la digestión y la absorción en el
abdomen, dejaron margen para seguir explorando algunos puntos cruciales.
"No estábamos seguros de si el tamaño del bolo
alimenticio que entraba en el tracto digestivo contribuía al aumento de la TID
observado después de comer lentamente, explica Hayashi. Además, ¿los estímulos
orales generados durante la masticación prolongada de los alimentos desempeñan
algún papel en el aumento de la TID? Para definir la masticación lenta como una
estrategia eficaz y científica de control de peso, debíamos profundizar en
estos aspectos".
Para encontrar las respuestas, los investigadores diseñaron
su nuevo estudio para excluir el efecto del bolo alimenticio al incluir
alimentos líquidos. El estudio completo incluyó tres ensayos realizados en días
diferentes. En el ensayo de control, pidieron a los voluntarios que tragaran
normalmente 20 ml de comida líquida de prueba cada 30 segundos.
En el segundo ensayo, los voluntarios mantuvieron el mismo
alimento de prueba en la boca durante 30 segundos sin masticar, permitiendo así
una degustación prolongada antes de tragar. Por último, en el tercer ensayo se
estudió el efecto tanto de la masticación como de la degustación; los
voluntarios masticaron el alimento de prueba de 20 ml durante 30 segundos con
una frecuencia de una vez por segundo y luego lo tragaron. Las variables como
el hambre y la saciedad, las variables de intercambio de gases, el TID y la
circulación esplácnica se midieron debidamente antes y después del consumo de
la bebida de prueba.
Los resultados de este estudio bien diseñado resultaron ser
bastante reveladores. No hubo diferencias en las puntuaciones de hambre y
saciedad entre las pruebas. Sin embargo, como describe Hayashi, "descubrimos
que la TID o producción de energía aumentaba después de consumir una comida, y
aumentaba con la duración de cada estimulación del sabor y la duración de la
masticación. Esto significa que, independientemente de la influencia del bolo
alimenticio, los estímulos orales, correspondientes a la duración de la
degustación de la comida en la boca y la duración de la masticación, aumentaron
la TID".
El intercambio de gases y la oxidación de las proteínas
también aumentaron con la duración del estímulo gustativo y la masticación, al
igual que el flujo sanguíneo en la arteria celíaca esplácnica. Como esta
arteria suministra sangre a los órganos digestivos, la motilidad del tracto
gastrointestinal superior también aumentó en respuesta a los estímulos orales
durante la masticación.
El estudio puso de manifiesto que masticar bien, al aumentar
el gasto energético, puede ayudar a prevenir la obesidad y el síndrome
metabólico. "Aunque la diferencia en el gasto energético por comida es
pequeña, el efecto acumulativo recogido durante múltiples comidas, tomadas a lo
largo de cada día y los 365 días del año, es sustancial", concluye
Hayashi.